EL YIN Y EL YANG

YIN Y YANG

El Yin y el Yang constituyen los principios básicos del Universo.  Conceptos opuestos que se intercambian y se atraen, buscando constantemente el equilibrio necesario para la armonía de la Naturaleza.  Yin, femenina, oscura, lenta. Yang, masculino, luminoso, veloz. No podemos  escabullirnos: el Yin-Yang nos invade e influye decisivamente en nuestras vidas. La Tierra muestra inequívoca esa dicotomía: la mitad, oscura; la otra mitad, con luz. La población de medio planeta duerme, la otra mitad disfruta de los rayos solares.  La luna llena es yang; la luna nueva, yin.  El verano y la primavera son yang; el otoño y el invierno, yin.  No puede haber yin sin yang y viceversa.

El fenómeno yin-yang va mucho más allá de nuestro entorno.  Nuestros cuerpos también necesitan equilibrio para estar sanos y la alimentación se antoja básica para garantizar esa salud. Hay alimentos yang, yin y neutros.  Si una persona pasiva y lenta de movimientos comiera demasiados alimentos yin, esa pereza aumentaría. Se recomendaría pues que un niño hiperactivo basara su alimentación en comida yin: manzanas, plátanos, miel, piña, fresas.  El queso, café, huevos, chocolate y patatas son ejemplos de comida yang.  Zanahorias, melocotones, leche, arroz integral y coliflor responden al estereotipo de comida neutra.  Alguien que ingiera comida fría (yin) en un día húmedo (yin) provocará un desequilibro.  Igual que si realiza un esfuerzo exagerado (yang) en un día caluroso (yang).

Cada parte del cuerpo humano se identifica con el Yin o con el Yang.  Generalmente la parte delantera y los órganos sólidos son yin, mientras que la parte trasera y los órganos huecos se corresponden con el concepto opuesto. Trabajando, creamos energía yang; descansando, desprendemos  yin. El estrés se combate con ejercicios de relajación; la depresión, mediante ejercicio físico. Procuremos siempre cuidar nuestro cuerpo para conseguir el equilibrio idóneo.

 

Patricia Miller

Consultora de Feng Shui

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