LOS ESPEJOS Y EL FENG SHUI
Los espejos son herramientas muy poderosas cuando se trata de aplicar una cura feng shui. Atraen energía, añadiendo luz y espacio a zonas oscuras.
Activan la energía positiva y repelen la negativa, por lo que son muy recomendables para combatir el fenómeno de las flechas envenenadas. Colocados en los lugares adecuados, pueden atraer abundancia. En la antigua China, una cocina repleta de comida era símbolo de riqueza; cuantas más viandas, más dinero se acumulaba. Hoy en día, un espejo colocado estratégicamente, detrás de la vitro o del horno, simboliza multiplicación de fuegos y también de tu cuenta bancaria. Y no olvidemos que un espejo con marco dorado o de madera, colgado en la zona de prosperidad, activará la energía inherente a ese lugar.
Sin embargo, un espejo en el dormitorio puede ser muy perjudicial. Mientras la cama no se refleje en el mismo, todo irá bien. Pero un espejo enfrente de la cama perturbará tu energía personal cuando más la necesitas, en las horas de descanso. Y yendo más allá, atraerá energía de terceras personas a tus relaciones sentimentales. Una recomendación firme: si las puertas del armario de tu alcoba son espejos, tápalos por la noche con telas o cortinas, de acuerdo siempre con la decoración del entorno. Así bloquearemos esa energía dañina. Y tengamos claro que espejos colocados en el techo o en la cabecera de la cama nunca favorecerán un buen feng shui, están descartados por completo, prohibidos.
Los espejos deben estar siempre limpios para asegurar nitidez en las imágenes reflejadas. Tampoco es recomendable el uso de azulejos como sustitutos, ya que apagan la energía y crean confusión alrededor. El lugar donde acomodar un espejo en la puerta principal es importante, tiene que colocarse en un lateral para armonizar sus efectos. Si está de frente, además de repeler la energía entrante, lo hará también con los invitados. Otra máxima a la hora de colgar un espejo: asegurarnos de que todos los miembros de la familia puedan contemplar su imagen, especialmente la cabeza, sin tener que agacharse. Lo contrario provocaría inseguridad y las metas serían más difíciles de alcanzar